viernes, 24 de abril de 2009

Pedro Rodríguez en la biblioteca


Ayer, en nuestra biblioteca, mantuvimos el anunciado encuentro poético con Pedro Rodríguez Pacheco. Estamos especialmente contentos por la acogida que tuvo este acto entre nuestros ciudadanos y ciudadanas. Pedro nos acercó a todos a una Sanlúcar de antes, evocó imágenes perfectas de tiempos pasados, habló de sus profundas vivencias en este, su pueblo, al que dijo "le debo mucho a Sanlúcar porque me dió el ser, la inspiración, la luz.." Todos los poemas que leyó tenían que ver con nuestro pueblo. Son muchos y muy hermosos los poemas que Pedro ha dedicado a Sanlúcar,pero, entre todos, nos quedamos con uno, perfecto y precioso, ahora que se va acercando el Día de la Madre que se llama precisamente así.

EL DÍA DE LA MADRE

Me amaba con delirio;decía:
aunque me mates, te seguiré queriendo, eres mi vida,
se dolía mi madre-ya muy mayor-
cuando estorbaba alguna de sus tercas manías
y se obstinaba y regresaba al predio de viuda
impotente,
al refugio imposible del marido difunto
al que sólo le dijo, en público, una vez: amor mío,
y fue ya estando muerto.

Ha muerto hace unos meses...

Alguna vez,
en su reiteración de novenas, rosarios,
promesas y plegarias,
me irritaba: mamá,
déjate ya de rezos que nada nos resuelven,
pero con fe total, hacía oídos sordos
a mis profanaciones
y sus tercas plegarias-siempre desatendidas-
seguían elevándose al Altísimo.

Ha muerto hace unos meses, prudente, humilde,
lo mismo que una santa;
si existe Dios, habrá ante él llegado
con los zapatos puestos, sin otros requilorios...
Y yo, que no resisto la idea de su nada,
la invoco, le suplico algún signo de vida,
de esa vida celeste tan a pulso ganada.

Ella tampoco atiende mis plegarias;
acaso no me amaba tanto como decía
o no llevó una vida tan santa como
para ganar la gloria o, es verdad, Dios no existe
y ha entrado en su Absoluto de impasible silencio
o, tristemente, desesperadamente, definitivamente
esté muerta y sea nada, nada más que la nada...

El caso es que no sé si es verdad que mi madre
se ha muerto
o es ella la que aún no lo sabe y sigue en su barco
varado
esperando alcanzar la isla de Dios.

Pedro Rodríguez Pacheco.

Hermoso poema, gracias Pedro por compartir tus versos, tu palabra.

miércoles, 22 de abril de 2009

Pedro Rodrígez Pacheco


Mañana, 23 de abril, Día del Libro, tendremos en nuestra biblioteca un acto muy emotivo con el autor, Pedro Rodríguez Pacheco, con profundas raíces sanluqueñas. Este encuentro consistirá en una lectura poética de algunos poemas de su amplia trayectoria literaria. Os esperamos a todas y todos en nuestra biblioteca, mañana, a las 7 de la tarde.

lunes, 20 de abril de 2009

VOLVEMOS DE NUEVO


COMO ANUNCIAMOS, HOY, DÍA 20 DE ABRIL, VOLVEMOS A ABRIR EN NUESTRO HORARIO HABITUAL, TANTO BIBLIOTECA COMO SALA DE ESTUDIOS.

UN SALUDO, EL EQUIPO DE LA BIBLIOTECA.

miércoles, 8 de abril de 2009

CIERRE DE LA BIBLIOTECA




INFORMAMOS A TODOS LOS USUARIOS DE NUESTRA BIBLIOTECA Y NUESTRA SALA DE ESTUDIOS QUE LA SEMANA DEL 13 AL 17 DE ABRIL, PERMANECERÁN CERRADAS. SE VA A PINTAR EL EDIFICIO Y A HACER INVENTARIO. EL LUNES, 20 DE ABRIL, LA BIBLIOTECA VOLVERÁ A SU HORARIO HABITUAL.

PERDONEN LAS MOLESTIAS PERO ES ESTRICTAMENTE NECESARIO.

UN SALUDO, EL EQUIPO TÉCNICO DE LA BIBLIOTECA.

viernes, 3 de abril de 2009

Libros que han de leerse alguna vez en la vida: 4.


"Orgullo y prejuicio" es una de esas obras que sin saber muy bien qué es lo que tiene, te atrae y te cautiva.

Quizás sea precisamente esa sencillez con la que relata su autora, Jane Austen, o el hecho de que la historia que se cuenta no tiene grandes complicaciones, ni sobresaltos y se puede leer en cualquier momento y con cualquier estado de ánimo.

La obra, a pesar de estar escrita en pleno romanticismo literario, no es precisamente una obra romántica. Y entiendo por obra romántica aquella que está sujeta a unos cánones especiales que la encuadran en una época de la historia de la literatura calificada como Romanticismo, y no sobre si es romántica porque hay amor y señoritas que se desmayan cada tres por cuatro y flores secas que marquen un poema ni cursilerías de ese tipo.

Pues bien, esta obra ni forma parte del primer concepto de Romanticismo ni del segundo. Sus personajes no son héroes de folletín, ni tampoco héroes con grandes problemas filosóficos; no hay amores que muevan a la locura, desiguales y conflictivos; no hay ni siquiera alusiones a guerras ni cosas parecidas (y eso que hay personajes secundarios militares), los protagonistas no se ven sujeto a las inclemencias naturales, ni nos encontramos con una Naturaleza apasionada y ruda; tampoco hay paisajes exóticos, a no ser que alguien considere exótica la campiña inglesa. Ni siquiera hay cisnes ni almas en pena, ni esposas que se creían muertas.

Nuestros personajes pertenecen a una clase social en la que todos son caballeros y damas, con mayor o menor caudal económico, pero caballeros y damas al fin y al cabo. Una sociedad tranquila, donde un baile en la vecindad puede ser un gran suceso.

Y es así, precisamente, como empieza la novela, con los preparativos de un baile.

Los Bennet son una de esas familias de la campiña inglesa que vive tranquilamente, esperando a que suceda algo trascendental, por ejemplo, un viaje a Londres o la llegada del regimiento a la región: el padre, un caballero no demasiado rico, inteligente, pero tampoco en exceso; paciente, eso sí; la madre, una mujer desesperada por casar a todas sus hijas, aparentemente desquiciante, pero, en el fondo, hasta comprensible, si tenemos en cuenta que estas jovencitas no tienen otra salida honrosa en esta sociedad, nada más que el matrimonio; las hijas, para todos los gustos: la enamorada Jane, inocente en todos los sentidos, que no ve maldad en nadie; Lizzy, nuestra protagonista, joven impetuosa, al menos, hasta una medida honorable, orgullosa e independiente, también hasta el punto que se puede ser independiente sin caer en extremos; Lydia, la más desenfrenada de las cinco hermanas, actúa sin pudor, y aunque bordea más de una vez el escándalo, siempre queda en la frontera; Kitty y Mary, las pequeñas, a veces, ni se nota que existen, una impulsiva y algo ligera de cascos, que se deja influenciar por quien tenga más cerca; la otra, ni nos deja huella, a no ser por los golpes que les da a las pobres teclas del piano.

Además del núcleo familiar, hay otro miembro más: el reverendo Collins, es sobrino del señor Bennet y, debido a las leyes inglesas sobre las herencias familiares, el heredero de su tío.

Esta situación, es decir, que las hijas no hereden la herencia paterna, sino todo pase a manos del familiar varón más próximo es un topos, un lugar común, en la obra de Austen. Y es, precisamente, lo que explicaría el ansia de la señora Bennet de ver a sus hijas ‘bien’ colocadas, porque, casi ve en el matrimonio una tabla de salvación ante la ruina y el descrédito.

La señora Bennet tiene, además dos hermanas, una de poca trascendencia, la señora Philips, que vive en el mismo pueblo y que más que un personaje con voz, conforma esa sociedad a la que hay que agradar y ante la que se han de lucir las recién casadas; y, la otra, la señora Gardiner, con más presencia en la historia y con mucha más cordura que sus otras dos hermanas.

jueves, 2 de abril de 2009

Libros que han de leerse alguna vez en la vida: 3. Madame Bovary


Una pieza clave del realismo francés, Madame Bovary de Gustave Flaubert. Un clásico de esos que caen en nuestras manos alguna vez en la vida y hay que leer. Un libro donde predomina el arte de la palabra por la palabra. Pásate por la biblioteca y llévatelo en préstamo.

Madame Bovary, publicada por primera vez en 1857, hubo de enfrentarse muy pronto a un importante proceso legal. Tanto el autor como el editor fueron acusados por la inmoralidad de la novela. A pesar de haber sido absueltos, el escándalo empañó el lanzamiento del libro, y no fue hasta más tarde cuando fue reconocida como una de las obras maestras de la literatura francesa. Madame Bovary, subtitulada Costumbres provincianas, es, en apariencia, una convencional historia de adulterio, pero logra convertirse en un profundo análisis de la humanidad y, en concreto, un ataque a la monotonía y a las desilusiones de la vida burguesa. Emma Bovary, con la imaginación repleta de románticas ilusiones sobre el amor y la pasión, se topa con la realidad de un insípido matrimonio que la ahoga, y busca las sensaciones sobre las que ha leído en los libros, a través de una serie de aventuras amorosas, que ella desea ver como grandes pasiones, pero que no son en realidad más interesantes que su vida matrimonial. En un ataque de desesperación, se quita la vida. Flaubert refleja con gran acierto la tragedia de este personaje, y Madame Bovary ha resultado ser una obra de referencia constante, hasta el punto de estar considerada como una obra maestra del realismo.